lunes, 5 de abril de 2010

La promesa


Un extraño silencio se apodera de mi entorno, ni siquiera el piar de los pájaros puede escucharse aun siendo una hora avanzada de la mañana, parece que hasta el ser más pequeño está pendiente de lo que pueda suceder en este corto período de tiempo. Noto sus pequeños ojos clavados en mi, observando e intentando adivinar mi siguiente movimiento.

Inspiro una gran bocanada de aire y abro los ojos. Miro a mi alrededor, tengo que encontrarle. Busco desesperada algo que contraste con el fondo, alguna pista de su posible posición para dar con él, mis ojos se mueven rápido pero quizá no lo suficiente. Cierro los puños con fuerza, detrás de mi aparente calma hay un cierto grado de nerviosismo y posible desesperación que intento disimular por si alguien me ve, me sentiría bastante avergonzada si alguien descubriera que estoy buscándole, o aún peor, que supiera que aún no le he encontrado.

Todo empezó dos o tres días atrás, fue un cruce de miradas repentino, fugaz pero intenso. Le dejé escapar por primera vez.
A la mañana siguiente un gran sentimiento de impotencia me culpaba de haberle dejado marchar, así que me prometí a mi misma que ese seria su ultimo sorbo y que le encontraría para no dejarle escapar nunca más.

Vuelvo a centrarme en mi actual tarea, cada vez noto que mis nervios van en aumento en el mismo grado que también aumenta mi desesperación, quiero encontrarle, NECESITO encontrarle y terminar con esta tortura interior que no me deja descansar por las noches y que hace molestas las mañanas. No puede ser que él, un ser tan pequeño e inferior llegue a hacer mella hasta tal punto en mi vida cotidiana.

De repente veo algo a la lejanía que pasa velozmente delante de mi. Es él. Intento seguirle con la mirada, localizarle con una chispa de esperanza mientras una ligera sonrisa picara se dibuja en mi cara.

Pero después de volver a mirar a un lado y a otro no consigo distinguir nada que se le pueda parecer. Suspiro resignada y giro la cabeza para mirar a través de la ventana. Fuera aún no pían los pájaros, siguen atentos al desenlace. Les lanzo una mirada amenazante (desafiante) y de un tirón lleno de furia corro la cortina para que nadie mas sepa de mi fracaso, los pájaros empiezan a piar con tono irónico.
Ha vuelto a escapar, ese maldito mosquito es más astuto de lo que pensaba y con suficiente valor como para dejarse mostrar a la luz del día delante de mi en señal de burla.

La conclusión de la noche es: un recuento total de 21 picaduras en una misma pierna siguiendo una extraña línea (realmente se burla de mi), un picor insoportable que me ataca a media noche impidiéndome el sueño y que por las mañanas me hace estar rascándome como un perro pulgoso. Me prometo a mi misma que mañana si, le atraparé.

1 comentario:

  1. Los mosquitos se alimentan d otros para sobrevivir una corta existencia las alternativas son pocas para evitar su picadura tales como antimosquitos pero si de verdad quieres cortar su existencia nada mejor q arrinconarle contra la cortina pq de alli no podra salir aunq dejaras una mancha en la cortina, pero es poco por el placer y la satisfaccion q provocan.

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