domingo, 4 de abril de 2010

Me encantan


Una vez leí en un cómic que unos zapatos bonitos te llevan a sitios bonitos.
Me pareció una frase extremadamente cursi y de credibilidad poco fiable. Aún así la mayoría de veces que calzo mis zapatos me acuerdo de ella.

Sentada en un banco de la calle tengo los codos apoyados en las piernas y a la vez la cara apoyada en las manos, mirando mis zapatillas.
Son zapatillas deportivas, las conocidas Converse, me encantan.
Mi madre me compró unas cuando era pequeña, todas blancas aunque no recuerdo que en esa época fueran tan caras (de hecho, en esa época creo que el cine valía 125 pesetas y no los casi 7 euros de hoy en día).

Me entristece pensar que todo sube de precio menos los sueldos y que a este paso no podremos comprarnos ni zapatos, no podremos salir de casa y no podremos ir a sitios bonitos.

Vuelvo a mirar mis zapatillas, realmente me encantan, combinan con todo y quedan geniales con cualquier tipo de ropa, dan un toque juvenil y desenfadado al look. Éstas son negras con la goma blanca, las clásicas.

Recuerdo las que tengo en casa: unas rosa pastel y otras verdes. Si pudiera me compraría más, quiero unas azul celeste, otras blancas, otras moradas y a saber cuantos colores y modelos más hay en el mercado.

Es lo que tiene la moda, pienso decepcionada, no me gustan las modas, no me gusta que todo el mundo vista igual y aún menos porqué unas personas establezcan unos cánones de belleza o moda porque les aportan más dinero.

Me entristezco un poco más al darme cuenta que aún estando en el siglo XXI somos fácilmente manipulables y que pueden hacer con nosotros lo que quieran sin apenas darnos cuenta. A veces pienso que este mundo, esta sociedad, es como un experimento social y psicológico.
La pena se mezcla con una pizca de miedo. Cómo será la sociedad que vivirán mis hijos? No vamos por buen camino y es evidente, aunque muchos quieran cerrar los ojos y hacer oídos sordos mientras a ellos no les salpique la mierda...

Todos estos pensamientos negativos se desvanecen al volver a centrar mi mirada en mis zapatillas. Me encantan. Muevo los dedos de los pies dentro de ellas y un pequeño agujero en la goma de la punta de la zapatilla derecha me sorprende. No es una sorpresa agradable, mis zapatillas favoritas se están rompiendo pero no deja de hacerme gracia el hecho de ver mis calcetines debajo de la goma e intento reproducir el movimiento de una boca moviendo el dedo y jugando con el agujero.

Quizá este banco donde estoy sentada no es el lugar más bonito del mundo, pero sin duda mis zapatillas me han quitado la pena y el miedo y me han hecho sonreír y olvidarme de muchas cosas aunque solo sea por un momento.

Me encantan :D.

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